La autoconciencia
Conciencia propia
Se acerca el carnaval, personalmente la fiesta que más me gusta.
La historia del carnaval viene de la mano con la historia de festejar. No se tiene evidencia de haber carnaval pre cristiano, pero se asocia a primer cristianismo ortodoxo, aunque otros historiadores lo asocian a la edad Sumeria, antiguo Egipto (5000 a.c.) y otros a los romanos.
Desde luego que tiene que ver con las fiestas paganas que se celebraban en honor a Baco, el dios del vino, pero también a raíz de las fiestas con carácter dionisiaco. Dionisio fue el dios griego que otorgó a los humanos la alegría y el dolor, según Hesíodo, este carácter dionisiaco de las fiestas viene por esta tradición de celebrar en el teatro griego de Dionisio fiestas con vino y disfraces, cuando se calmaban las aguas y los navegantes podían llegar a Grecia.
En definitiva la raíz no está clara, pero lo que sí está claro es su carácter lúdico y de diversión que genera en los que lo celebran y creo que hay diferentes formas de hacerlo.
Desde el carnaval de Brasil, Venecia, hasta el de Tenerife y llegando al de Cádiz, todos se establecen bajo las normas de interpretar una figura, personaje, realidad diferente a la que tenemos diariamente, o sea salirnos de nuestro ser y meternos en la piel de otro ser, cosa o lo que sea.
En Brasil, Venecia, Tenerife, bajo mi corta percepción, el disfraz es muy importante y la interiorización en el personaje no es tan importante y en Cádiz es más importante el papel de tu nuevo yo, que realmente el disfraz, aunque hay de todo en todas partes.
Tuve la suerte una vez de vivir de forma seguida el carnaval de Cádiz y el de Lanzarote (muy parecido al de Tenerife, pero sin tanto culto por lo Drag). Íbamos disfrazados de Pipi Calzaslargas, para los más jóvenes, que no hayáis visto esta niña en televisión, era una serie de los 80 basada en un personaje literario creado por una autora sueca, Astrid Lindgren.
Imaginaros la niña era huérfana de madre y su padre era un pirata, rey de los congoleses, vivía rodeada de animales y sobre todo casi siempre iba montada en su caballo de lunares, pequeño Tío y con un mono tití, llamado señor Wilson.
Es una niña imaginativa, rebelde que vivía sola y hacia todas las travesuras que os podéis imaginar, dormía con las botas (que le estaban grades) en la almohada, cocinaba en el suelo, bestia un traje hecho a retales y tenía un baúl con monedas de oro, de los viajes de su padre, con lo que compraba golosinas y lo que le hiciera falta para hacer locuras.
Bueno porque os cuento todo esto, pues en Cádiz todo el mundo me trataba como a pipi, esa niña loca (en el buen sentido de la palabra) y reíamos y nos divertíamos interpretando escenas de la serie, en Lanzarote era un disfraz mas y lo pasamos bien, pero quizá la integración en el personaje fue menor. Fue nuestra experiencia no quiero que interpretéis que un sitio es mejor o peor.
Con este relato, lo que quiero que veáis, es la facilidad que tiene nuestra mente de salirnos de nuestro yo he interpretar una realidad totalmente distinta. Si el ser humano fuera mas consciente de nuestra realidad, seria mas capaz de poder adaptarla al bien común y en definitiva al bien individual. El bien de tu comunidad empieza en el bien interno de cada persona. Saber que actitudes hay frente a la vida, hacia los demás, nuestros compañeros de trabajo, nuestra frutera, nuestra pescadería, ect.,… para poder tener un mundo mejor.
Desde BöWee os ofrecemos todas las herramientas para que podáis generar autoconciencia, no malgastéis nuestro potencial, es muy amplio.
Luis Miguel Navarro Casado
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